"Conjunto de sistemas que automatizan las diferentes instalaciones de una vivienda". Bajo esta breve definición de la palabra "domótica" que ofrece el Diccionario de la Real Academia (RAE) se integran multitud de conceptos que aluden a todos los productos tecnológicos de diversas áreas –electrónica, robótica, electricidad, informática, telecomunicaciones, etc.- que cubren, de forma más o menos "inteligente", las necesidades de los usuarios relativas al confort, el ahorro de energía, la seguridad o las comunicaciones de su vivienda.
El sistema X10 se considera el primer sistema domótico como tal y salió al mercado en 1978. Entre sus logros se encontraba que, de forma completamente inalámbrica y aprovechando la instalación eléctrica, permitía el control de las luces de las diferentes estancias y que los electrodomésticos se comunicaran entre sí.
A partir de entonces, las investigaciones y desarrollos de los especialistas en este incipiente sector centraron su atención en conseguir un sistema que permitiera interconectar, de forma completamente automática, las siete grandes redes de la vivienda: electricidad, calefacción, gas, agua, redes hertzianas, cable telefónico y cable coaxial.
Así, cada país fue desarrollando poco a poco esta nueva tecnología teniendo en cuenta tanto su potencial industrial como las necesidades específicas que se buscara cubrir. Por ejemplo, EEUU hizo especial hincapié en desarrollar soluciones informáticas gracias al potencial de IBM, mientras que Japón se centró en el ámbito telefónico dado que en 1982 había alcanzado la saturación del mercado en teléfonos.
En Europa se desarrollaron proyectos tanto de forma comunitaria como cada país de forma independiente, en especial las tres grandes potencias tecnológicas de la UE: Francia, Alemania y Reino Unido. Sus investigacioness sirvieron para permitir la evolución de los campos de la teleeducación, la telemetría y la teleseguridad y la telemedicina repectivamente.
De todo ello surgió la concepción de la domótica que se tiene actualmente, y que supone actuar sobre cuatro campos principalmente: la seguridad, el confort, el ahorro energético y la monitorización. Campos sobre los que se sigue trabajando para ir, poco a poco, alcanzando la maximización de los recursos con el mínimo gasto hasta convertir los hogares en auténticas viviendas inteligentes al servicio de sus propietarios.