Cuando los primeros sistemas de domótica empezaron a surgir como una opción eficaz para mejorar la calidad de las edificaciones, todas las previsiones dieron por supuesto que esta tecnología triunfaría y se convertiría en una constante en la mayoría de las nuevas construcciones que se llevarían a cabo.
Pasados unos 10 años de los inicios de la domótica y, por lo tanto, de sus excelentes expectativas iniciales de futuro, la verdad es que su crecimiento no ha sido, ni mucho menos, el esperado en el ámbito de su adaptación al hogar. Buena culpa de ello es la crisis del sector inmobiliario que se ha vivido en los últimos tiempos.
Hay que tener en cuenta que hace seis años, cuando la construcción estaba en su pleno apogeo como negocio, hasta un 85 por ciento de las instalaciones domóticas para hogar se instalaba en los edificios de nueva construcción. A partir de ese momento, se inició el declive del sector, y en el año 2007 sólo se instalaba un 7% de sistemas domóticos en los hogares nuevos.
De estas cifras se deduce que el bajón que ha experimentado la construcción en los últimos años ha significado un descenso del 60% de la domótica en las casas españolas. Sin duda, una debacle para las empresas del sector que se dedican a la instalación de este tipo de sistemas.
Si cualquier crisis es mala para el desarrollo de nuevos sectores de negocio, la verdad es que la recesión inmobiliaria surgió en el peor momento para las empresas del mundo de la domótica, ya que sucedió justo en el momento en que se había establecido una base normativa y legislativa que auguraba que el sector se adentraba en uno de los mejores marcos para su desarrollo. En este sentido, destaca especialmente la publicación que se hizo de la instrucción ITC-BT-51 del REBT, que establece los requisitos específicos de la instalación de los sistemas de automatización, y de la gestión técnica de le energía y seguridad para viviendas y edificios, también conocidos como sistemas domóticos.
Foto: Domonova